Años más tarde, visto lo bien que le había salido la jugada la primera vez, la serpiente tentadora decidió probar suerte de nuevo y se acercó a Caín, que estaba pastoreando su rebaño.
Por desgracia, al desaparecer el paraíso, los humanos habían perdido la facultad de entender su idioma. Así que, en cuanto empezó a desgranar sus seductores argumentos, Caín aprestó su honda y le dió un cantazo.
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