miércoles, 29 de junio de 2011

GATA VIEJA

Gatita a rayas, recién terminada su etapa cachorro, muy segura de sus movimientos y de su habilidad, sea para buscarse la vida, sea para dar volteretas. Gata vieja contemplando sus esfuerzos para hacerse con una rata que, según la teoría, es su presa natural. Gata vieja levantando una ceja con escepticismo, previendo el resultado. Gatita a rayas incapaz de comprender por qué ese pedazo de bicho, en lugar de salir huyendo o pedir clemencia (alternativamente o ambas cosas) le planta cara con una mirada feroz en los ojillos. “Debería austarse”, comenta, un poco ofendida. “Pero no va a hacerlo”, replica gata vieja, mirándose las uñas. “Pero debe hacerlo. Es lo natural”, dice la pequeña en un tono más alto, a ver si la presa se da por aludida. Lejos de ello, avanza un poco más, todos los pelos erizados, enseñando los afilados dientes. Casi sin querer, gatita a rayas retrocede un poco, con indudable gracia a pesar de todo. La rata lanza un gruñido como advertencia final, antes de alejarse, despreciativa, sin que gatita a rayas se atreva a seguirla.

“Sabes”, comenta gata vieja, “el problema es que las ratas no tienen ningún sentido del deber”

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